Por la mañana hemos ido a visitar los tuneles de Cu Chi. Son un sistema de tuneles que servia para esconderse bajo tierra a la guerrilla vietnamita y poder vivir suficientemente cerca de los cuarteles americanos para poder atacarlos y a continuacion desaparecer bajo tierra. Es una verdadera ciudad subterranea, que aun esta bastante conservada. Cuando los americanos descubrieron estos tuneles mandaron sus B-52 y destruyeron gran parte, pero aun quedan bastantes restos. Bajo tierra habia salas de reuniones, viviendas, hospital, cocinas, con ingeniosos sistemas de ventilacion y de salida de humos de tal manera que los hacian indetectables.
Los tuneles que se visitan han sido un poco agrandados para que quepamos los turistas occidentales. Originalmente eran del tamaño justo para que un vietnamita (de complexion delgada) pudiera atravesarlos arrastrandose por el suelo. Ahora miden algo menos de 1 metro de alto y 70 cm de ancho. Hemos andado por varios de ellos.Uno de los mas largos que quedan, de 60 metros de longitud, lo hemos recorrido entero, y la sensacion es absolutamente claustrofobica. Ademas hace dentro un calor insoportable, comienzas a sudar a chorros a los pocos segundos de entrar. La experiencia es increible, y te hace admirar a la gente que consiguio vivir aqui durante años. Para los vietnamitas estos tuneles son el simbolo de su resistencia y su valor.
A la venida a Saigon hemos ido al "museo de los crimenes de guerra". Es la version vietnamita del "museo del holocausto" de Washington, en el que los americanos denuncian las atrocidades nazis. Aqui se denuncian las atrocidades americanas, y creernos, son del mismo calibre, aunque no murieran tantas personas. El salvajismo de las torturas, los efectos a dia de de hoy de los bombardeos americanos con armas quimicas, quedan reflejados en las espeluznantes fotografias del museo. Reliquias de instrumentos de tortura, infinidad de chatarra belica, una recreacion de las carceles "tigre" en las que los prisioneros (hombres y mujeres) eran sometidos a un tratamiento vejatorio... todo esto hace que a veces se te haga un nudo en la garganta y pienses lo que a menudo pasa por la mente del protagonista de la novela de Graham Greene: "odio la guerra".
La tarde la hemos dedicado a disfrutar del ambiente y las tiendas de esta increible ciudad. Es una mezcla de occidente y oriente. Cada nueva calle en la que entras tiene algo para sorprenderte.
Para terminar la tarde hemos pedido en el hotel donde nos alojamos que nos recomendaran un buen restaurante cercano. Nos ha recomendado uno muy cerca de comida local. Como en todos los sitios de aqui, lo atiende una familia al completo, que, de hecho, se pusieron todos a cenar en la mesa de al lado. Hemos entablado conversacion con ellos (como siempre) y hemos acabado con una foto de familia todos juntos (como siempre tambien). La cena exquisita: carne a la barbacoa, calamar guisado, arroz y dos cervezas "Saigon" heladas. Total: un euro y medio cada uno.
A la salida hemos visto a chicos en bici tocando una especia de campanillas. Hemos preguntado que era eso, y nos han comentado que son gente que da masajes. Por lo que parece es algo muy habitual en esta ciudad. Probaremos uno de estos masajes a la vuelta del Mekong.
Mañana y pasado estaremos en el delta del rio Mekong.
lunes, agosto 25, 2003
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario