El ultimo dia que estuvimos en Hanoi aprovechamos para ir a ver el conocido espectaculo de marionetas en el agua famoso en el mundo entero. Famoso pero cutre. Imaginar un teatro en el que el escenario es una piscina cuadrada de 10 metros de lado con unas cortinas al fondo. Comienza una una musica oriental de esas que despues de dos minutos ya estas harto de ella por ser repetitiva, y desde detras de las cortinas aparecen marionetas movidas con largos palos bajo el agua desde detras de las cortinas que nos muestran escenas tipicas de la vida vietnamita: ninyos jugando, percadores cogiendo ranas, animales sagrados persiguiendose... y asi durante una hora!. Hay que ver de todo, pero vamos, que si os da por venir a Hanoi podeis hace cosas mucho mas interesantes.
Al dia siguiente etapa Hanoi-Vientiane y con eso abandonamos Vietnam y entramos en Laos. Volamos temprano por la manyana en un avion de helice que iba completamente lleno y al llegar a Vientiane comprobamos que aqui la temperatura es mucho menos humeda que en Vietnam y mucho mas soportable. Hoy pasaremos el dia aqui y por la noche tomaremos un bus nocturno a Luang Prabang, la ciudad que parece ser que merece mas la pena visitar.
Laos nos sorprende muy gratamente. Nos la imaginabamos muy pobre y sucia y sin embargo nos encontramos que Vientiane es una ciudad muy tranquila, bastante limpia, sin agobios y con algunos cafes y restaurantes mas que aceptables. Comemos en un restaurante que ponen varios tipos de comida oriental y despues contratamos un tuc-tuc que nos lleva a visitar los monumentos mas representativos de Vientiane: un templo de 1560, un monasterio de 1824 y That Laung, una estupa dorada que desde lejos se deja ver, pero que de cerca resulta bastante decepcionante: parece un decorado de disneylandia.
Lo mejor del dia quizas fue una ensalada de fruta y yogur que estaba deliciosa en un puesto callejero. Lo de las frutas aqui es increible. Nada que ver con las frutas tropicales que nos tomamos en Espanya: aqui todas estan maduras y en su punto, y hay algunas frutas que alli no tenemos (que sepamos), como la fruta del dragon, roja por fuera y por dentro como un kiwi pero de color blanco. Refresca aunque no tiene mucho sabor. O la fruta estrellada, llamada asi debido a su forma, y con una textura entre pera y manzana. Muy bueno todo.
<De nuevo en un cutre-bus nocturno para cubir la siguiente etapa: Vientiane-Luang Prabang. Como veis nos va la marcha. Este viaje tenia todos los ingredientes de los demas (gente en sillas plegables en el pasillo y maletas apinyadas en los asientod de detras) con dos novedades: las diez horas de trayecto eran curvas y baches por carreteras de montanya y la suspension trasera del autobus era tan blanda que al pasar un bache parecia que el autobus se diera un golpe seco contra el suelo.. y nosotros ibamos atras justamente. Asi que entre las curvas, los baches y los fuertes golpes de la amortiguacion no hubo manera de descansar.
Llegamos a Luang Prabang a las 5 de la manyana, a una estacion de autobuses que parecia estar en medio del campo. Solo nos rodeaba la oscuridad, asi que decidimos irnos a un puestecillo de comida que estaba abierto a tomar un desayuno, o lo que fuera. Segun iba amaneciendo, ibamos descubriendo los perfiles de las montanyas que nos rodeaban. Estabamos en medio de una especie de jungla montanyosa. El sitio es precioso, la verdad. Al amanecer nos cogemos un tuc-tuc y le pedimos que nos lleve a una guest house con la esperanza de poder dormir un rato antes de irnos a ve la ciudad. Nos lleva a una guest house llamada "Malida" que nos gusta: muy limpia y con buena pinta. Habiamos leido en alguna guia que Laos es un pais muy limpio y empezamos a comprobar que es cierto.
Tras dormir unas pocas horas, nos levantamos y nos vamos a pasear. Estamos en el centro de Luang Prabang, pero la sensacion es como si estuvieramos en una calle solitaria de las afueras. Esta ciudad, de poco mas de 40.000 habitantes, no tiene ningun tipo de aglomeracion, ni de casas ni de gente. Hay una calle mas centrica, que tiene tiendas de artesania (sobre todo tejidos), cafes y guest houses, y las calles paralelas son como la nuestra: tranquilas y solitarias. De Laos se dice que es tan tranquilo y silencioso que se puede oir crecer el arroz, y damos fe de que es cierto. Tras la locura de Bangkok, Saigon o Hanoi, donde tienes que cruzar la calles esquivando cientos de motos, venir aqui es como una cura de descanso. En la guest house nos alquilamos tres bicicletas y nos vamos a recorrer la ciudad a ritmo lento.
A eso de las 5 de la tarde, cortan un tramo de unos cien metros en la calle principal y mujeres que van llegando de aldeas cercanas o de aqui mismo extienden unas rafias en el suelo y construyen en una hora un mercadillo nocturno que es una gozada pasear. No hay mucha variedad en lo que venden: sedas, telas, plata, lamparas de papel... pero el colorido de los trajes de algunas mujeres de ciertas etnias y la estetica del mercado cuando se hace de noche, con las lamparas de papeles de colores y las brillantes sedas iluminadas por luces tenues es un espectaculo visual digno de ver. Finalizamos el dia con un tipico masaje de Laos. Estamos encantados en esta ciudad, se nos nota?
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